Al llegar del salto, cambiamos de idea y atacamos una de las dos neveras que sus padres tienen en el colmado. De hecho, la tiendita forma parte de la casa porque da al salón y al patio trasero. Así que metimos un sixpack en la nevera portátil que, teniendo en cuenta que es de usar y tirar, aún conservaba bastantes hielos del viaje y nos marchamos a la laguna de Catemaco, el pueblo de al lado.
Nos percatamos de que la tapa de la nevera, que iba atrás, había saltado y paramos a que yo le pusiera un pedrolo encima para sujetarla, antes de que la perdiésemos para siempre. A los dos minutos, el pedrolo había salido disparado en alguna dirección, por lo que concluimos que lo mejor sería llevar la nevera en mi regazo. No nos paró la poli, afortunadamente.
Bajamos por un camino de tierra con mucho desnivel, flanqueados por casas con vistas y piscina, y aparcamos a la sombra, casi en la orilla. Nos sentamos a hablar de la vida, de lo bueno y de lo malo, a contarnos el pasado y a planear un poco el futuro. Las nubes cubrían la cima de las colinas y la luz atravesaba de costado las hojas de los árboles. En un horita y media, viendo barcas de turistas pasar, observando las técnicas de pesca autóctonas, siguiendo a algún pájaro extraño, escuchando a la naturaleza y respirando a pleno pulmón, nos habíamos terminado las cervecitas. Nos quedamos otro rato más disfrutando del paisaje, entre sonrisas y chistes, y decidimos marcharnos de ahí justo antes de que anocheciera.
En el punto en el que antes se me había ocurrido decir que igual luego no subíamos, efectivamente, nos quedamos tirados. Me embarré casi hasta la rodilla poniendo piedras bajo las ruedas y empujando desde una esquina, pero nada. Probamos a sortear desde varios ángulos las roderas que veníamos de crear, pero tampoco. Entonces, le dije a Salvador que bajara en marcha atrás para coger carrerilla, visto que a buenas y en primera no había manera. Se hizo la subida tan a pelo que casi se sale.
Aparecimos a la hora de cenar que ya nos estaban esperando. Me pimplé una cerveza más del tirón y me metí en la ducha.